viernes, 6 de noviembre de 2009

Incentivos: Nuevos instrumentos de política


El concepto de pago por servicios ambientales que prestan el bosque y las plantaciones forestales, que inciden directamente en la protección y el mejoramiento del ambiente, es un instrumento de política muy novedoso, que se viene implementando desde hace unos años y se fortalece en la nueva Ley Forestal de 1996. Este hecho es muy significativo tanto en política ambiental como en la económica, pues por primera vez se reconoce en una ley nacional que los bosques proveen bienes y servicios que deben ser retribuidos, además de la madera y la tierra para la agricultura, y que es necesario valorar adecuadamente, aunque para muchos de ellos no exista un mercado tradicional.

La Ley Forestal de 1986 (No. 7032) democratiza los programas de incentivos en materia de manejo de recursos naturales, ampliando los incentivos de deducción de impuestos sobre la renta existentes desde 1979, y crea los Certificados de Abono Forestal, como títulos valor nominativos. Posteriormente, estos incentivos fueron ratificados en la Ley Forestal de 1990 (Nº7174), poniéndose en operación en cuatro categorías, a saber:

Certificado de Abono Forestal (CAF): se dirige a promover las plantaciones forestales con fines comerciales.
Certificado de Abono Forestal por Adelantado (CAFA): se dirige a pequeños y medianos propietarios interesados en reforestación y pertenecientes a organizaciones de base.
Certificado de Manejo de Bosque Natural (CAFMA): promueve el manejo del bosque sujeto a explotación comercial mediante prácticas silviculturales.
Certificado para Protección de Bosque (CPB): dirigido a promover el incremento del área y permanencia del bosque natural en áreas de importancia para producción de agua potable, áreas protegidas o corredores biológicos.
La actividad de reforestación fue la de mayor promoción en la década de los 80 y principios de los 90, mientras que en la actualidad se promueven principalmente acciones dirigidas a recuperación y conservación de bosques (Cuadro 1). Esto responde principalmente a la política nacional de disminuir la tasa de deforestación que en los últimos 4 años se mantiene en un promedio de 14000 ha. por año, después de estar en 50000 ha./año en la década de los 80 e inicios de los 90. Se puede decir entonces que se está dando a partir de 1992 un balance positivo entre la deforestación y la reforestación.

El concepto de servicio ambiental, desarrollado en la nueva Ley Forestal Nº. 7575, plantea el pago a propietarios de bosque y reforestadores, como una compensación por el servicio que sus actividades ofrecen a la sociedad en general. Esta Ley estableció el marco no sólo para el desarrollo de proyectos de implementación conjunta, sino que además posibilitó el fortalecimiento del Fondo Nacional de Financiamiento Forestal (FONAFIFO), como una institución especializada en el manejo de mecanismos de financiamiento de acciones de recuperación, manejo y conservación de bosques, dotando al programa de incentivos forestales, de una estructura organizativa más adecuada.

Agricultura Organica

La producción orgánica surgió en Costa Rica en los años noventa bajo una lógica de exportación asociada a la empresa privada, con el aporte de materia prima de pequeñas fincas orgánicas fácilmente certificables a partir de cultivos ya establecidos y de crecimiento silvestre -como la mora en las inmediaciones del cerro Bella Vista-, recuperados del abandono -como el banano y el cacao en Salamanca-, o tradicionales -como la caña de azúcar y el café en las zonas central y sur del país-, a los que se suman más recientemente la piña y la naranja, para en conjunto cubrir una superficie aproximada a las 10.000 hectáreas (Soto 2003).

Paralelamente a esta producción, y con escasísimo apoyo estatal pero sí con la ayuda de algunas instituciones no gubernamentales nacionales e internacionales, surgieron y aumentaron espontáneamente pequeñas iniciativas productivas individuales y colectivas, certificadas y no certificadas, como consecuencia de los altos costos productivos y de accidentes previos sufridos con pesticidas (intoxicaciones humanas, animales y vegetales), o por convicción de los productores sobre el daño ambiental, la pérdida de seguridad y soberanía alimentaria y recurrentes problemas de comercialización resultantes de las formas convencionales de producción.

La producción orgánica para el mercado local crece paulatinamente basada, principalmente, en la producción no exportable y en el cultivo más sistemático de hortalizas (de 50 hectáreas registradas la mitad se distribuye en dos cadenas de supermercados y ferias del agricultor [Soto 2003]) y menos de frutas, granos y verduras. Tal producción puede calificarse como incipiente, dispersa, de bajos volúmenes, poca diversidad y comercializada de modo convencional en diferentes mercados en el ámbito nacional.

La demanda, aunque limitada, se localiza en algunos supermercados y la ejercen consumidores de alto nivel académico y estrato económico medio y alto. En la generalidad del mercado nacional, los consumidores manifiestan desconocimiento del tema orgánico y cuentan con poco acceso a productos y sitios de venta (reconocen que los precios son mayores al de los productos convencionales) -lo que, a nuestro entender, no ha permitido desarrollar una cultura de consumo orgánico (Soto 2001).

La situación de la producción orgánica en el país, de cara a sus posibilidades en el mercado nacional y sus manifiestas ventajas productivas, económicas y sociales en relación con la producción convencional, ha motivado la conjunción de esfuerzos de diversas entidades para la construcción de una propuesta tendiente al desarrollo de mercados locales alternativos para productos orgánicos -alternativos debido a las características de la oferta y la demanda anteriormente señaladas, las cuales incapacitan en este momento a nuestra producción orgánica a colocarse regularmente, en cuanto cantidad, diversidad y con las normas de calidad requeridas, en los mercados más "formales" (i.e., los supermercados). Las entidades que, con el apoyo de la cooperación internacional, han conjuntado esfuerzos son el Movimiento de Agricultura Orgánica Costarricense, la Coordinadora de Organismos No Gubernamentales con Proyectos Alternativos de Desarrollo (Coproalde), la Corporación Educativa para el Desarrollo Costarricense, Upanacional, el Departamento de Registro y Acreditación del Ministerio de Agricultura y Ganadería, la Agencia de Certificación Nacional Ecológica, el Programa Nacional de Ferias del Agricultor y el Programa Nacional de Agricultura Orgánica

La participación en el mercado interno, pues, debe darse en función de promover y establecer espacios de mercado más "informales" (ferias exclusivas, puntos de venta diferenciados en ferias del agricultor, distribución a domicilio y verdulerías -entre otras-) que permitan a los productores ajustar y aumentar sus áreas y su oferta productiva, ejercitarse en el "arte" de la comercialización ante una eventual posibilidad de exportación, minimizar la intermediación, promover la relación directa con los consumidores a fin de lograr la comunicación, información y conocimiento en doble vía e inducir una visión más política, económica, ambiental y social de la producción orgánica. Más que espacios físicos para el intercambio de productos, el desarrollo de mercados locales implica el cierre de cadenas agroalimentarias (producción - transformación - comercialización - mercado) de sistemas de producción orgánica, sobre la base de la organización y la capacitación de los productores y los consumidores.

Más allá, está la posibilidad de ofrecer una alternativa productiva que les permita a las familias de pequeños productores la posibilidad de permanecer en el ámbito rural produciendo en condiciones dignas, saludables para sus miembros y los consumidores, en armonía con la naturaleza, gestando su independencia en el uso y toma de decisiones sobre los factores y medios de producción y promoviendo su seguridad y soberanía alimentaria.

Como ya ha sido comprobado en algunas experiencias comerciales, el desarrollo de estos mercados debe considerar, por un lado, la competencia en precio, calidad y diversidad con la producción convencional, utilizando la condición orgánica como un elemento de competitividad para la generación de valor agregado, y, por otro lado, debe considerar elementos para una propuesta de certificación alternativa a la internacional, que no responde a las características del mercado nacional ni a las expectativas y condiciones económicas, productivas y socioculturales de los productores. En la actualidad, experiencias comerciales de productos orgánicos bajo esta concepción pueden ser observadas en San José, Pérez Zeledón, Turrialba, Talamanca, Grecia, Coronado, San Ramón y Guápiles.

Referencias bibliográficas
Cedeco (Corporación Educativa para el Desarrollo Costarricense). 2003 (Consultado 30-10-03). El mundo: crecen las ventas y la oferta de productos orgánicos (http://www.cedeco.or.cr/boletin.htm). Boletín 14.
Cedeco (Corporación Educativa para el Desarrollo Costarricense). "Crecimiento del mercado mundial de alimentos orgánicos en 2001", en Boletín de noticias 9-10, octubre 2002. Costa Rica.
Sancho, Federico. "El desarrollo de los mercados locales: una decisión impostergable en beneficio de los pequeños productores", en Comunica 17, 2001. Costa Rica.
Soto, Carlos. 2001. Demanda, oportunidades de mercado e intención de consumo de productos orgánicos: una aproximación .Editorial Aportes para la Educación. San José.
Soto, Carlos. 2003. Aproximación a la oferta de productos orgánicos en Costa Rica. Avance de investigación. Cedeco. San José.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Delitos Ambientales, el Impacto Social y su Medio de Valoración


El delito ambiental es un delito social, pues afecta las bases de la existencia social económico, atenta contra las materias y recursos indispensables para las actividades productivas y culturales, pone en peligro las formas de vida autóctonas en cuanto implica destrucción de sistemas de relaciones hombre - espacio.
Para una evaluación ecológica del daño ambiental, es necesario establecer el estado de conservación que explica la condición del factor en relación con su capacidad para garantizar los procesos necesarios para su continuidad y funcionamiento. Para ello se requiere disponer de una serie de criterios que pueden variar de acuerdo a la región donde se presentó el daño, dado que las características de los recursos naturales no son homogéneas ni han tenido el mismo nivel de alteraciones con el pasar del tiempo. Estos criterios deben ser ponderados de acuerdo a la importancia que cada uno tiene en la explicación de la condición del sitio afectado.
Conociendo el cambio en el estado de conservación del sitio afectado, es posible definir el proceso de restauración que se requiere. Este, y sus costos, está determinada por la magnitud del daño ocasionado, las características del recurso natural, el tiempo de la restauración y el área afectada. Se espera que restaurado el capital natural, brinde nuevamente los flujos de bienes y servicios que benefician a la población. Dado que una acción específica puede afectar uno o más recursos naturales a la vez, el costo total debe ser la suma de todos los costos particulares asociados a la restauración de cada recurso afectado.
Para una mayor efectividad en la valoración del daño ambiental y una mayor eficiencia en el uso de los recursos disponibles (financieros, humanos, institucionales, etc.), es conveniente que se dé una adecuada y cercana coordinación institucional entre las diferentes organizaciones gubernamentales y no gubernamentales), así como entre los diferentes sectores de la sociedad. Esto implica establecer mecanismos de intercambio de información pertinente y relevante para los propósitos de la evaluación económica de daños ambientales en Costa Rica. Además, ayudaría incorporar estos procesos dentro de los quehaceres institucionales.-

Costa Rica enferma


En los años 80 nuestro país alcanzó una de las tasas más altas de deforestación del planeta. Hoy las autoridades hablan de una leve recuperación, sin embargo, hay quienes ponen en duda las alentadoras cifras.Junto a la deforestación, el manejo de los desechos y la contaminación de los mantos acuíferos, se convierten en los desafíos más importantes de Costa Rica en materia ambiental. ¿Somos el país que decimos ser?Cuenca del río San Carlos pide ayudaPara José Luis Herrera, ser botero hoy, no es nada fácil... Todavía recuerda aquellos años de agua abundante. Navegar el San Carlos solo lo hace gente con mucha experiencia. El descenso de su caudal es uno de los síntomas para creer que el San Carlos está enfermo...En San Carlos las aguas no están nada mansas, y los árboles no se caen, los botan, y aquellos grandes peces, incluido el tiburón toro, nunca se volvieron a ver.Lugareños y autoridades coinciden en que la deforestación, y el crecimiento habitacional cerca de los afluentes del Río San Carlos, están destruyendo el paisaje.Y entonces por cada árbol, por cada potrero, por cada tala, quebramos un huevo de oro de la gallinita que se llama turismo...Los miles de habitantes de la zona fronteriza con Nicaragua, terminan exponiendo su sustento y su vida... Porque desde hace muchos años, el río dejó de ser un medio para llegar a las afueras de Ciudad Quesada. Ahora solo tienen la carretera.La cuenca del Río San Carlos es solo un tubo de ensayo en el que quisimos comprobar la epidemia que hoy sacude al país: deforestación y contaminación. Potreros que se extienden sin freno, una expansión agrícola que no conoce límites, una ley forestal que se queda corta, y un Ministerio de Ambiente y Energía (MINAE) amarrado económicamente, como la mayoría de entidades públicas.Al final la factura la termina pagando usted y yo, no importa el sitio.Es entonces cuando nos preguntamos: ¿somos el país que proclamamos ser?, ¿qué tan científicos serán los verdes mapas de cobertura forestal, que una vez casi quedan en blanco y que hoy parecen recuperarse de un 28 a un 40%?Nadie quiere enfrascarse en una polémica sin salida. Por ello desde hace 7 años el Instituto Nacional de Biodiversidad, INBio, trabaja en el perfeccionamiento de 11 mapas, cuyo nivel de detalle, le permitirá al país tomar mejores y más precisas decisiones. Es el proyecto de Ecomapas.Justamente, estos mapas permitirán entrar al segundo gran dolor de cabeza ambiental: un desafío para el país; el manejo de desechos. La vida útil de los rellenos sanitarios y botaderos está llegando a su final.Si usted cree que el tema se acaba con la bolsita de basura que pone en la acera, se equivoca... Según estimaciones del Instituto de Acueductos y Alcantarillados ( A y A) y el MINAE, el 97% de los hogares no le da un tratamiento a sus aguas residuales, es decir, casi el 100% jala la cadena y todo va directo a un río, que se convierte entonces en una cloaca a cielo abierto hasta su desagüe en el mar. Las implicaciones para la fauna marina son también graves.La situación se pone cada vez más difícil. El Laboratorio de Hidrología de la Universidad Nacional (UNA) hizo un estudio de los mantos acuíferos del norte de Heredia, que abastecen de agua a toda el Valle Central y Puntarenas y concluyó que están contaminados. Los desechos industriales, de casas y fincas se filtran por la tierra y tocan el manto acuífero. Esos contaminantes pueden causarle a usted desde una diarrea hasta un cáncer.El control sobre el tipo de insumos que utiliza la industria también debe estudiarse con lupa, dicen las autoridades.Si usted es de los que no quiere concientizarse, le daremos un motivo para que se preocupe. A partir de mayo, quien vierta desechos a un río, deberá pagar el costo del daño ambiental: es el canon de vertidos, fijado en unos 22 centavos de dólar por kilogramo de desecho, unos 90 colones.Pero si de alternativas se trata, el acueducto sanitario metropolitano, una obra calculada en 150 millones de dólares y financiada por entidades japonesas, parece arrojar luz sobre esta turbia realidad. El proyecto podría ejecutarse el próximo año.En Limón se ensayará algo parecido con tecnología de punta. Se llama emisario submarino, algo así como un tubo quaunquee entra hasta los alrededores de la Isla Uvita, para desaguar los desechos ya tratados.Todos podemos ayudarPero mientras las palabras se convierten en obras, usted puede hacer algo, por imposible que parezca. La fama de las chancheras es cosa del pasado para don Carlos Coghi.Los esfuerzos de este señor por convertir los desechos en abono y llevar los residuos a una laguna de oxidación, han hecho de su negocio una granja modelo. Pero los buenos ejemplos no acaban allí.En Puntarenas, la Comisión Interinstitucional de Ozono ya ha puesto en práctica un plan piloto para sustituir los sistemas de refrigeración que utiliza la flota pesquera, principal consumidora de gases que deterioran la capa de ozono. La idea es que conserven su pescado y al mismo tiempo el ambiente.En la Semana Internacional de la Tierra que estamos celebrando, pretendimos abordar los dos desafíos ambientales más importantes del país: conservación forestal y manejo de desechos.Lamentablemente la solución de estos dilemas ecológicos, vuelve a depender del contenido económico. La aprobación de esos desembolsos internacionales está apenas en negociación. Por fortuna aún estamos a tiempo, usted está a tiempo...

Agricultura Organica

DECIMOTERCER INFORME ESTADO DE LA NACIÓN
EN DESARROLLO HUMANO SOSTENIBLE
Informe Final


Agricultura e implicaciones ambientales
Investigador:Oliver Bach

Uso de agroquímicos y control estatal

Costa Rica continúa como uno de los países de la región centroamericana con los mayores índices de uso de plaguicidas, en términos de ingrediente activo (i.a.) por habitante (2,5 kg), por trabajador agrícola (37,2 kg) y por área cultivada 22 kg i.a./ha (De la Cruz 2004). En Costa Rica se importa y se utiliza gran variedad y cantidad de plaguicidas. A pesar de esto, no hay datos oficiales anuales del número de ingredientes activos y de productos formulados registrados, ni del uso y tendencias de uso por cultivo y región. Tampoco hay datos oficiales de la cantidad de producto utilizado en relación con la exposición (humana y ambiental), el efecto (a corto y largo plazo) y el riesgo que para la salud y el ambiente representa su uso en el país (De la Cruz 2004). El uso de los fumigantes se concentra en los cultivos de melón, sandía y flores los cuales utilizan el bromuro de metilo. Los insecticidas-nematicidas, se usan principalmente en los cultivos de arroz, banano, café, caña de azúcar, cebolla, fríjol, papa, piña, plantas ornamentales y algunos tubérculos. Los herbicidas se utilizan sobre todo en el arroz, café, caña de azúcar, ornamentales y papaya y en menor cantidad, en el cultivo del banano, el melón, la papa, la piña y otros tubérculos. Los fungicidas se utilizan prácticamente en todos los cultivos, pero en mayor cantidad en el banano, papa, melón, cebolla, café, arroz y piña (De la Cruz 2004). En varias ocasiones, la Contraloría de la República ha dado un ultimátum al MAG por su débil control de plaguicidas por no vigilar la cantidad de químicos que se aplican. El MAG no maneja cifras confiables sobre intoxicados. Además, la Contraloría criticó el débil control que lleva el Estado sobre los agroquímicos que se importan, las dosis que se aplican en las fincas y las pocas medidas realizadas en los últimos años para minimizar los riesgos en la salud humana y el ambiente (Loaiza 2007). En relación con la toxicidad en humanos de los plaguicidas la cantidad importada al país de toxicidad aguda alta y extrema (categoría lA y IB de la OMS) y con capacidad de producir cáncer (categoría A y B de la EPA) ha aumentado en los últimos diez años. Además, muchos de los tipos de hortalizas que consumen los Costarricenses presentan residuos de algún agroquímico encima de lo permitido. Los productos responsables de un número importante de intoxicaciones y muertes en el país son paraquat, metamidofós, fosfuro de aluminio y metomilo, pero se siguen importando en altas cantidades al país. El mancozeb un producto con metabolitos catalogados como cancerígenos y muy tóxicos para organismos acuáticos, sigue a la cabeza de las importaciones al país (De la Cruz 2004).Existen varias iniciativas de investigación cuyo objetivo es contribuir a la búsqueda de alternativas al uso de agroquímicos. CORBANA (2007) inició con ensayos de control biológico de Sigatoka negra y de nemátodos y colabora, además, con instituciones científicas como la Universidad de Wageningen (Holanda), EMBRAPA (Brasil), CIRAD Agricultura e implicaciones ambientales en algunas cuencas hidrográficas principales (Francia), Universidad de Bonn (Alemania), CINVESTAV (México), así como CATIE, UCR, UNA e ITCR con el objetivo de reducir en un 50% el uso de agroquímicos en el cultivo del banano. En el 2006, la comisión permanente de asuntos agropecuarios y de recursos naturales de la Asamblea Legislativa aprobó en forma unánime la Ley para el desarrollo, promoción y fomento de la actividad agropecuaria orgánica, la cual contiene exoneraciones fiscales y otros beneficios para quienes cultiven sin agroquímicos. Entre los aspectos más importantes de la Ley se encuentra el apoyo a la investigación, soporte en áreas técnicas y el establecimiento de áreas de protección frente a las semillas y esporas transgénicas, indicó el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG).La Ley también promueve la financiación para que agricultores comiencen una transición hacia la agricultura orgánica. Con la Ley se exonera del pago del impuesto sobre la renta (durante 10 años) a los pequeños y medianos productores orgánicos, que tampoco deberán tributar cuando importen equipo, maquinaria e insumos avalados por un reglamento que elaborará el MAG. La venta de productos orgánicos tampoco pagará el impuesto de ventas (Murillo 2006).Las actividades de producción y de conservación pueden convivirLos ecosistemas naturales son componentes integrales del paisaje agrícola y rural. La captura de carbono, la polinización de cultivos, el control de plagas, la biodiversidad y conservación de suelos y agua son algunos de los servicios que proveen los ecosistemas naturales en las fincas agro-pecuarias. A nivel de paisaje, los fragmentos boscosos, mosaicos de cultivos, cercas vivas y árboles aislados forman una matriz de cobertura arbórea que representa un hábitat significativo para la vida silvestre y por otro lado mitiga los posibles impactos ambientales de los cultivos. Aunque los paisajes agrícolas frecuentemente se consideran como desiertos biológicos, estos mantienen usualmente una abundante cobertura arbórea en forma de pequeños parches boscosos, zonas riparias, cercas vivas y árboles dispersos en campos (Harvey et al. 2005). Existen estudios que ilustran la convivencia de la biodiversidad y la agricultura en los cultivos de café, banano y pastos. Para el caso del cultivo de café, la diversidad y abundancia de aves en cafetales con sombra por su mayor oferta de recursos alimenticios por lo general es significativamente mayor que en plantaciones a pleno sol u otros tipos de monocultivos (Komar 2006). Un censo del INEC (2004) demostró que un 63.4% de las fincas de café en el Valle Central y un 74.8% en Turrialba cultivan los cafetos en un sistema agroforestal con algun especie de árbol de sombra presente. Además, un 27.4% aplica abono orgánico y un 68.2% implementa alguna práctica de conservación de suelos, mientras que en Tarrazú, Pérez Zeledón y la Zona Norte son casi todas las unidades productivas (90.8%). En las fincas bananeras Costarricenses, 4950 ha están cubiertas por bosque secundario o primario para un 12% del área bananera total. Además, 97% de las fincasmanejan alguna cobertura en canales primarios y secundarios (Laprade 2007). Suárez- Serrano et al. (2006) demostraron que la diversidad de aves y anfibios en una finca de banano orgánico es mayor que en una plantación tradicional. En la finca de banano Agricultura e implicaciones ambientales en algunas cuencas hidrográficas principales Decimotercer informe sobre el Estado de la Nación 17 orgánico se encontró también una mayor composición florística que en la tradicional, en términos de especies y número de individuos. No obstante, en el Caribe, un 20% de los monos congo (Alouatta paliatta) presenta una coloración amarilla debido al uso de agroquímicos en las fincas bananeras, ya que los insecticidas provocan deficiencias en el hígado de los primates y por ende, su muerte. Según Rónald Sánchez de la UCR, la población de los monos congo se redujo de 70,000 a 36,800 individuos en cinco años (Vargas 2007). La cobertura arbórea en fincas ganaderas beneficia tanto a la biodiversidad como a la productividad del ganado, ya que provee sombra y protección contra el viento. En dos agropaisajes en Cañas y Río Frío un 88% de fincas en promedio contaba con cercas vivas con hasta 85 especies de árboles, 47 de aves y 29 de mariposas. En una zona ganadera cerca de Cañas, Guanacaste, por ejemplo se ha observado un 91% de la diversidad de murciélagos, 52.5% de la diversidad de aves y 48% de la diversidad de murciélagos del Parque Nacional Santa Rosa (Harvey et al. 2006). Las cercas vivas son aspectos importantes que merecen mucho más atención en las estrategias de manejo sostenible de la tierra, y deben ser un elemento explícito en las regulaciones y los incentivos que tienen como objetivo mejorar la integridad ecológica de los paisajes rurales en América Central (Harvey et al. 2004).